Mérida.- A pocas horas de que Andrés Manuel López Obrador, uno de los mejores presidentes que haya tenido México deje para siempre el poder, es momento de recapitular su hazaña de conducir un gobierno cuyo fruto más notable es haber comenzado a cambiar las condiciones sociales, políticas, económicas y culturales de un país, el nuestro, en el sentido que el pueblo siempre demandó.
Antes de la fecha en que fue electo, julio de 2018, ni por asomo se pensaba que, al irse, dejaría un país tan diferente al que recibió, aun reconociendo que falta mucho por hacer en todos los órdenes. Seis años son insuficientes para resarcir la destrucción de décadas de saqueo, corrupción y abandono a las mayorías del régimen anterior; pero al cabo de ellos, los números y, sobre todo, el estruendoso aplauso del pueblo –que opaca la diatriba de los dolidos que fueron desplazados– hacen inocultable el cambio.
La obra pública que construyó es monumental, no sólo por su tamaño sino por su pertinencia; es decir, por la necesidad que había de hacerla para resolver algunos de los más acuciantes problemas de una entidad o dar impulso a la economía de una región. Sólo la mezquindad de los críticos opositores puede regatearle méritos a alguien que hizo diez veces más obra que la que hicieron quienes lo precedieron, y creó programas sociales para millones de personas, como nunca antes hizo nadie.
Sin pedir préstamos, subir impuestos, o aumentar tarifas a bienes como la electricidad o la gasolina, López Obrador trabajó incansablemente de lunes a domingo con apenas unas horas para el descanso, algo que jamás hicieron los perezosos y muchas veces crápulas presidentes que tuvimos, para el logro de sus objetivos. No regateó información a quien la buscó, porque dio más de mil 270 conferencias de prensa abiertas todas a los medios –escritos o digitales, nacionales o extranjeros– respondiendo a todas las preguntas que le hicieron. Gracias a eso pudo contrarrestar la desinformación que lo quiso doblegar y no pudo.
La construcción y reconfiguración de refinerías, trenes, aeropuertos, obras hidráulicas, caminos, carreteras, hospitales, museos, hoteles, puertos, puentes, estaciones eléctricas, universidades, escuelas, etcétera, no tiene parangón. La derecha quiere manchar algunas de esas obras –o todas– acusando que costaron más caras que lo programado, como si no se supiera que hay un proceso de inflación en el mundo, sobre todo después de la pandemia, que encarece los proyectos que tardan varios años en plasmarse. Acusa, también, sin presentar pruebas, sino con audio montajes, tan risibles como las canallescas campañas difamatorias para vincular a AMLO con narcotraficantes, actos de corrupción en su edificación.
Durante las últimas semanas, acompañado de quien lo sustituirá, la doctora Claudia Sheinbaum, el presidente recorrió el país inaugurando muchas de ellas y dejando otras, muy pocas, casi terminadas, para su inauguración posterior. Una de sus más importantes obras es el Tren Maya, que no es sólo la hechura de un tren, sino todo un complejo de obras complementarias sin precedente en la historia del sureste mexicano, que están detonando la economía de esta parte antes abandonada de nuestro país.
Su construcción dio pie al rescate de la riqueza maya que, de otro modo, permanecería ignorada bajo el verdor frondoso de la selva caribeña que durante siglos la cubrió; a la edificación de museos para exponer esa riqueza arqueológica; la creación de zonas de reservas naturales que así quedarán a salvo de la depredación inmobiliaria; la construcción de hoteles, la creación de un aeropuerto, en Tulum, el desarrollo, en suma, de una región correspondiente a 5 entidades enlazadas por las vías de un tren moderno, hoy sólo de pasajeros, en un futuro próximo, también de carga, que unirá el puerto de Progreso con el puerto de Coatzacoalcos, en Veracruz.
Y todavía hay gente que, por ser partidaria del viejo régimen, niega las bondades de esta obra y no tiene empacho en decir que será un fracaso. Lo mismo expresaron cuando se construyó el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Se burlaban diciendo que nadie lo usaría, que en él espantarían. Hoy han tenido que morderse la lengua porque el AIFA está convertido en el aeropuerto que más impuestos aduanales recauda.
Si uno se pone a averiguar qué hicieron los gobiernos del Prian se encontrará que, no obstante recibir mucho dinero de los contribuyentes, hicieron muy poco, para no decir que nada en lo que se refiere a obras o programas. En sus 30 años, lo que se recuerda es la barda de una refinería y una estela conmemorativa en ciudad de México. Eso sí, contrataron préstamos que aumentaron a niveles descomunales la deuda pública del país.
Es cierto que es mucho lo que todavía falta por hacer, pero el pueblo está confiado en que al continuar en el gobierno que iniciará el 1 de octubre el mismo espíritu, los mismos ideales, los mismos principios y los mismos propósitos que hicieron avanzar al país, estos seis años, encarnados ahora en Claudia Sheinbaum y en los hombres y mujeres que la acompañaran en la conducción del país, continuará a ritmo igual o mayor la tarea de transformación emprendida por el gobierno de AMLO.
López Obrador dirá adiós para siempre a la vida pública. No se le volverá a ver, por lo menos en los próximos 6 años, si no es que nunca. En el retiro a su quinta, se dedicará a escribir. Quienes hablan de que ejercerá una especie de maximato es porque creen que el león es de su condición. De nuevo fallarán. Durante varios años la derecha machacó con el bulo de que se reelegiría. Falta de honestidad, ahora dice que gobernará a control remoto. No le cae el veinte que hay seres humanos distintos a los de sus filas.
Se retira con el amor, sí, el amor de su pueblo manifestado de muchas maneras. Una de ellas cuando este 15 de septiembre en la noche, mientras desde el balcón principal del Palacio Nacional arengaba a los cientos de miles de mexicanos que se congregaron para participar en el grito, estos le lanzaban loas y alzaban el grito emblemático que lo ha acompañado desde hace años: “Es un honor estar con Obrador”. ¡Larga vida al presidente López Obrador!